miércoles, 6 de octubre de 2010

Encuentro cercano con el OPIO (?)


Las vueltas de la vida y las necesidades económicas de los cirujanos nos llevan a lugares extraños… por lo general fríos y luminosos pero no puedo quejarme de mis experiencias al respecto.

La mejor fue cuando mi médico decidió realizar una “cirugía experimental” que OSDE peleó durante dos meses pero lo lograron. El Cirujano, casi desconocido para mí,  no tenía la mejor onda pero sus ayudantes hacían chistes y jugaban con cositas de metal que volaban sobre mi cabeza hasta que me dormí…

Me habían preparado y enseñado a usar una bomba de morfina y realmente me imaginé que era lo “mejor” que me podía pasar, algo que contarle a los nietos que nunca tendría pero nop, no recuerdo nada… solo dormía, me despertaba, apretaba un botón enganchado en mi mano y volvía a dormir… embole total durante las 24 hs  que siguieron al experimento y luego el alta.

También intentaron prepararme para ese el después diciéndome:
Mi médico: “Si te duele, llamá a la anestesista”
Mi Cirujano: “Si te duele, llamá a la anestesista”
Mi Anestesista: “Si te duele, llamame”

Y saben qué… ME DOLIOOOOOOOO, casi 60 horas después de la intervención pensé que moría y llamé a mi médico, llamé a mi cirujano y de últimas llamé a la anestesista (si seré bruta para entender instrucciones)

Y aquí viene lo bueno… Me aplicaron una inyección de no se qué y me dejaron unas gotitas para reforzar en 8 horas…

Dormí placidamente 7 horas y di vueltas la botellita en mi mano pensando: “lo tomo o no? Será necesario? Qué será? (sí, pienso en ese orden)

Tomé las gotitas, cualquier cosa antes de sentir ese dolor otra vez…

Las gotitas… 45 gotitas… y a los 5 minutos un pequeño tren a escala recorría mi cuerpo destellando en luces de colores, llamé a los gritos a mi cuidador de turno que por supuesto no escucha pensamientos y es el día de hoy en que insiste en que mi boca jamás se abrió para emitir sonido.
Mientras yo solo en la soledad de mi ancha cama disfrutaba mirando el tren circular por mis piernas, brazos, dar una vuelta en mi estomago y subir por los hombros hasta la cabeza. Hacía cosquillas pero de las divertidas y de a ratos sentía que levitaba…
No sé cuánto tiempo pasó, no sé si alguna vez me dormí o seguía viendo pasar el tren.
No me dolió nada, no sentí nada, el mundo desapareció… y fueron 45 gotitas!!!!????

Durante un año tuve el frasquito mágico en mis manos, a esa altura ya sabía que era un opiáceo, preguntándome si debía o no volver a intentarlo… me resistí como pude hasta que las olvidé.


Hace un año operaron a papá, volví a tener esas gotitas en mis manos con una órden muy clara de su médico: Recomiendo 5 gotitas, si el dolor es muy fuerte una dosis de 10 gotitas pero no puede repetirlo…. 






Definitivamente prefiero a mi anestesista y todavía tengo las gotitas de papá en mi poder…


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